Los efectos que producen los rayos del sol en nuestro organismo son variables. Lo cierto es que puede constituir un hábito muy saludable, pero solamente cuando se toma con moderación y se consigue una correcta absorción de la vitamina D.
Se considera saludable exponerse al sol durante no más de 15 minutos al día y a las horas en las que se produce una baja insolación: antes de las 10 de la mañana o después de las 7 de la tarde.
Pero cuando se toma en exceso se corre el riesgo de que se convierta en un hábito nocivo y tóxico, sobre todo para las pieles que son más sensibles. No solo provocan que se produzca el envejecimiento de la piel mucho más rápido, también pueden aparecer otro tipo de lesiones:
– El bronceado mal entendido: considerado hoy en día como un símbolo de belleza, a efectos prácticos causa daños o efectos nocivos que se pueden presentar con un efecto tardío. Si durante tiempo se produce exposición a las radiaciones ultravioletas, la piel acabará reaccionando con una producción excesiva de melanina para protegerse.
– Golpes de calor: un riesgo cuando se produce una exposición prolongada al sol durante mucho tiempo. Aparece enrojecimiento de la piel, aumento de la temperatura corporal o mareos.
– Quemaduras: sin la debida protección, estas marcas aparecen poco después de la que se produzca la exposición solar. La piel aparece enrojecida, caliente o con dolor, hinchazón y ampollas. El pico máximo aparece a las 24 horas y en los casos más graves se puede necesitar incluso de atención médica urgente por fiebre, escalofríos o dolor de estómago.
– Queratosis solar: se trata de una lesión escamosa que se produce en la piel de personas que permanecen largos periodos de tiempo al sol, como lo son albañiles, marineros o agricultores por motivos laborales. Puede tratarse de una lesión precancerosa, debiendo ser valorada por un profesional médico con urgencia.